jueves, 29 de octubre de 2009

La trilogía Millennium o cuando la literatura y el buen periodismo se cruzan


Acabo de terminar la trilogía de novelas Millennium, del sueco Stieg Larsson, tristemente fallecido a destiempo. Los hombres que no amaban a las mujeres, La chica que soñó con un galón de gasolina y una cerilla y La reina en el palacio de las corrientes de aire, a pesar de ser excesivamente extensas, pues superar las 2,000 páginas, resultan sencillamente fantásticas.

Lisbeth Salander y Mikael Blomkvist -ella empleada de una agencia de seguridad privada y él periodista de una revista de investigación- constituyen una pareja que no se arredra ante nada y que sobrevive a las más desquiciadas aventuras en busca de la verdad, dentro de un ambiente de criminales, estafadores corporativos, espías y corrupción.

Dado el volumen de esta trilogía, se puede temer que el lector se aburra, pero nada más lejos de la realidad. A cada paso, Larsson sorprende con nuevas tramas. Lo que hace cada historia creíble y entusiasta es que los hechos se producen en lugares y situaciones reales, como expresa el ensayista y novelista Mario Vargas Llosa. Es decir, las situaciones más increíbles están revestidas por un entorno real y suceden en lugares reales, aunque los personajes sean ficticios. Las historias que suceden en Millenniym bien pueden ser parte de nuestra cotidianidad, y de ahí el atractivo de esta trilogía.

Lo cierto es que necesitamos más Lisbeth Salander y más Mikael Blomkvist que se jueguen el pellejo y hagan caer imperios empresariales, derriben usurpadores y respetables personajes que nunca han explicado cómo adquirieron sus grandes fortunas, así como a poderoso encumbrados en organismos estatales, que poco importa el valor de la justicia que representan, siempre que sea para protegerse a sí mismos, en nombre de la seguridad nacional.

Lamentablemente el periodista y escritor Stieg Larsson falleció antes de ver el éxito mundial alcanzado por sus Quijotes Lisbeth Salander y Mikael Blomkvist, quienes –cabezotas como al fin que son- utilizan sus armas (ella un ordenador y él las páginas de la revista Millennium), para pelear contra estamentos y poderosos, cual molinos que mueven sus aspas con vientos huracanados. Sin duda, un ejemplo de cuando la literatura y el buen periodismo se cruzan en un autor. Ahora sólo falta esperar las tres películas basadas en la trilogía y que acaban de filmarse este año, para seguir disfrutando de esta increíble novela negra.

VerveEarth