Este artículo en el que el escrito y periodista Rafael Peralta Romero muestra las asombrosas coincidencias del cuento El dinosaurio, de Monterroso, con una frase del novelista Marco Denevi. Será publicado el domingo 23 en El Nacional, pero su autor autorizó a publicarlo por medios electrónicos. Después del domingo, también los medios impresos pueden usarlo.
Por Rafael Peralta Romero
No lo andaba buscando, pero he dado con un elemento que puede estremecer el ambiente literario hispanoamericano. Me refiero a la posibilidad de que el célebre relato “El dinosaurio”, que tanto nombre ha dado a su autor, Augusto Monterroso, sea simplemente un plagio, un robo intelectual.
El plagio consiste en copiar una obra ajena. El verbo plagiar significa “copiar en lo sustancial obras ajenas dándolas como propias”. El plagio más burdo sería apropiarse de la creación de otro sin poner nada. Un plagio inteligente incluye el parafraseo, es decir introducir cambios en la obra pero robando los sustancial.
El cuento de Monterroso, considerado el más breve que se haya conocido, dice: “Cuando despertó el dinosaurio todavía estaba allí”. Siete palabras. Monterroso nació en 1921 en Honduras, pero se le considera de Guatemala, porque vivió más tiempo en ese país.
En 1922 nació en Argentina Marco Denevi. Se dio a conocer a partir de 1955 cuando ganó un concurso organizado por la editorial Kraft con su novela “Rosaura a las diez”, ampliamente divulgada en Argentina y América.
El personaje principal de esta novela, Camilo Canegato, fue acusado de asesinar a una mujer con la que se casó y llevó a un hotelito de mala fama. Interrogado por la policía, al siguiente del hecho, Canegato niega haber cometido el crimen. La esencia de su defensa se concentra en un párrafo de siete líneas, cuando el personaje responde: “Cuando desperté el cadáver ya estaba allí”. Siete palabras.
Veamos el párrafo completo: “¿Y eso es lo que me compromete? El cadáver en mi cama. ¿Y por qué me compromete? ¿Qué culpa tengo yo de que haya aparecido el cadáver? Cuando desperté el cadáver ya estaba allí. Si usted sueña que robaba cien mil pesos, y cuando despierta ve que hay cien mil pesos debajo de su almohada, ¿qué culpa tiene?” (Denevi, Ediciones Colihue, 2005, pag. 171)
Por su estructura gramatical estas frases son idénticas. Adverbio de tiempo (cuando) más forma verbal en pretérito indicativo más artículo definido masculino más forma verbal en pasado más sustantivo (cadáver o dinosaurio) más adverbio de lugar (allí). Cinco de las siete palabras usadas por Monterroso fueron usadas por Denevi. La diferencia fundamental está en los sustantivos dinosaurio y cadáver y que mientras en un caso se emplea el adverbio de tiempo “ya” en el otro se usa “todavía”.
Monterroso contaba 34 años de edad cuando apareció “Rosaura a las diez”. Su libro “La oveja negra y demás fábulas”, en el cual aparece el cuento “El dinosaurio” fue publicado en 1969. La información cronológica permite asegurar objetivamente que Denevi no conocía el cuento de Monterroso al redactar su novela.
Una de las técnicas más eficaces para aprender o enseñar a redactar es la homosintaxis, la cual consiste en tomar un texto de un autor experimentado y construir uno nuevo usando como molde la estructura del escrito tomado. El aprendiz usa la forma, pero no el contenido del texto primario, ni siquiera las mismas palabras.
Por ejemplo, con la frase de Denevi “Cuando desperté el cadáver ya estaba allí”, podemos formar muchas basadas en esa estructura repitiendo sólo algún adverbio. Veamos: “Cuando llegué la cena ya estaba en la mesa”. Otro ejemplo: “Cuando llegó la mujer todavía permanecía aquí”.
Se trata sólo de un recurso de aprendizaje, como es también la paráfrasis, que consiste en expresar el mismo contenido de un texto con otra forma. Pero lo de Monterroso no era un juego ni un noviciado, sino obra destinada al público, con la que ha ganado mucha fama.
No me permitiré afirmar, por miedo a no ser veraz, que Monterroso haya plagiado a Denevi, pero dudas no hay que el parecido entre los dos textos es extrañamente asombroso y mueve a reflexión. Lamento que el guatemalteco no pueda –murió en 2003- aclarar esto, que manejado por gente temeraria arrojaría mucha bruma sobre su nombre.