Por Oscar Peña
En los últimos años, la capital dominicana ha desarrollado un inusitado crecimiento urbano, con la construcción de modernas edificaciones residenciales y empresariales.
El diseño vanguardista y la disponibilidad para amplios espacios para la recreación están presentes tanto en las construcciones corporativas, como en las áreas residenciales consideradas exclusivas.
Así encontramos torres familiares que disponen de piscinas, gazebos, confortables lobbies, gimnasios y amplias áreas comunes, sin contar las terrazas privadas y los penhouses.
La expansión se produce en dos ámbitos, en el perímetro metropolitano el crecimiento es vertical y en las periferias, horizontal.
En el casco urbano, donde el terreno es más caro, la tendencia es a derribar residencias adquiridas por ingenieros y compañías constructoras, para levantar edificaciones familiares. Mientras, en la periferia se construyen edificios de menos de cuatro niveles, para familias de ingresos medios.
Lo contraproducente de ese desarrollo urbanístico es que mientras la ciudad se expande en población y construcciones, los servicios permanecen estáticos, lo que crea un déficit en importantes aspectos como es el abastecimiento de agua potable.
El Distrito Nacional, que a principios del Siglo XX no pasaba de una pequeña ciudad, camina a convertirse en una metrópoli, que ya cuenta (incluido Santo Domingo), con 2.7 millones de habitantes y una densidad de 1950 habitantes por kilómetro cuadrado.
Si tomamos en cuenta que la población nacional, según el censo de 2002, es de 8.5 millones de habitantes y la densidad territorial de 176 habitantes por kilómetro cuadrado, hay que concluir en que la presión migratoria se concentra en la urbe más importante de República Dominicana.
Las grandes metrópolis (Nueva York, París, Madrid y otras) que cuentan con servicios y sistemas de transporte que satisfacen la demanda de poblaciones con alta densidad territorial, se han levantado bajo la supervisión y aplicación de normas municipales con visión de futuro. Las demás operan bajo el caso y con grandes carencias. ¿Hacia cuál de las dos opciones se dirige Santo Domingo?
En los últimos años, la capital dominicana ha desarrollado un inusitado crecimiento urbano, con la construcción de modernas edificaciones residenciales y empresariales.
El diseño vanguardista y la disponibilidad para amplios espacios para la recreación están presentes tanto en las construcciones corporativas, como en las áreas residenciales consideradas exclusivas.
Así encontramos torres familiares que disponen de piscinas, gazebos, confortables lobbies, gimnasios y amplias áreas comunes, sin contar las terrazas privadas y los penhouses.
La expansión se produce en dos ámbitos, en el perímetro metropolitano el crecimiento es vertical y en las periferias, horizontal.
En el casco urbano, donde el terreno es más caro, la tendencia es a derribar residencias adquiridas por ingenieros y compañías constructoras, para levantar edificaciones familiares. Mientras, en la periferia se construyen edificios de menos de cuatro niveles, para familias de ingresos medios.
Lo contraproducente de ese desarrollo urbanístico es que mientras la ciudad se expande en población y construcciones, los servicios permanecen estáticos, lo que crea un déficit en importantes aspectos como es el abastecimiento de agua potable.
El Distrito Nacional, que a principios del Siglo XX no pasaba de una pequeña ciudad, camina a convertirse en una metrópoli, que ya cuenta (incluido Santo Domingo), con 2.7 millones de habitantes y una densidad de 1950 habitantes por kilómetro cuadrado.
Si tomamos en cuenta que la población nacional, según el censo de 2002, es de 8.5 millones de habitantes y la densidad territorial de 176 habitantes por kilómetro cuadrado, hay que concluir en que la presión migratoria se concentra en la urbe más importante de República Dominicana.
Las grandes metrópolis (Nueva York, París, Madrid y otras) que cuentan con servicios y sistemas de transporte que satisfacen la demanda de poblaciones con alta densidad territorial, se han levantado bajo la supervisión y aplicación de normas municipales con visión de futuro. Las demás operan bajo el caso y con grandes carencias. ¿Hacia cuál de las dos opciones se dirige Santo Domingo?
No hay comentarios:
Publicar un comentario