El profesor Rafael Núñez Grasals en su columna Trapiche, del semanario Clave, publica un breve pero interesante texto que precede con esta expresión: "En la "crisis de pensamiento" a la que en días recientes se ha aludido encaja bien este perfil debido a Ferro". Por su relación con un peridiosmo vendido a menos, reproducimos el texto de Núñez Grassals:
Después que un parlanchín radiofónico
me estropeó de la peor manera el
oído, se instaló para siempre en mi memoria
el gracioso poema de Beatriz Ferro,
inspirado en las prácticas desviacionistas
del oficio. Ahora lo repito
nuevamente aquí, en talante preventivo
y casi como un regalo marchito pero
todavía ilusionado, para los amigos que
se reunieron en el congreso del Procap
y para cuantos quieran aprovecharlo.
“Hubo una vez un mono periodista;
para inventar noticias, un artista.
¿Lo picaba, digamos, una hormiga?
El escribía: "Solapada enemiga envenena
a inocente ciudadano; ocúltase en jardines
suburbanos".
¿El rojo sol brillaba sobre el río?
Ya se encargaba él de hacer un lío:
"¡Sensacional incendio en el Riachuelo!
¡Rojas llamas están llegando al cielo!"
Y la gente llamaba a los bomberos,
y los bomberos a los enfermeros;
corridas, sustos, gatos desmayados...
Todo por este mono exagerado.
Hasta que al paso le salió un león...
¡Ese sí que iba a ser un notición!
"Fiera suelta. Terror. Esto es serio:
¡Podría devorar un barrio y medio!",
pensó en voz alta el mono periodista,
y el león dijo: - ¿Es posible que exista
ser que diga desatinos mayúsculos
sólo porque salí a estirar los músculos?
-¡Respete al periodismo! -chilló el mono.
El león le contestó, lleno de encono:
-¡Jamás me comería a un periodista!
(Se lo comió por sensacionalista).”
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