lunes, 25 de mayo de 2009

Poema para recordar el quinto aniversario de tragedia de Jimaní

Este 25 de mayo se cumplió el quinto aniversario de la tragedia Jimaní, causada en 2004 por el desbordamiento del río Blanco que provocó la muerte de cientos de personas. En aquella ocasión visité la zona, lo cual me causó gran impacto emocional y escribí este poema, publicado en mi libro Danza del instinto.


 El llanto de la noche


Hoy he visto cadáveres desnudos

como relicario de un parto de la muerte.

Turbia, negra, enlodada

la noche abrió sus fauces,

guardada estaba entre las piedras,

dormida por el sueño de los deudos,

amainada en el sopor de vastedades

destrozadas.

 

Hoy he visto la muerte

vestida con un traje escarchado

y  velo plateado de rocío.

No vi su rostro, porque

quien ve la cara de la muerte

jamás podrá apartarse de su dedo.

 

Hoy he visto a un muchacho

con espinas clavadas en el pecho

y  morder con sus palabras

la tragedia.

 

Sonora carcajada de la muerte

como ría despertando de su lecho,

Soliette, río  Blanco, Fond-Verrettes o Jimaní,

son dolores comunes de la carne,

pústulas de Dios.

 

Duele el vientre de la tierra

y llueve

el llanto de la noche.

No hay cosa más terrible

que el ladrido de los perros

cuando sienten la muerte

que se acerca

y no hay nada que lo impida.

Nada que avise de su paso.

En cortejado silencio

descienden cuerpos al Hades

en sueños rotos

como muñecas mutiladas.

 

Es mayo y no cesa el llanto de la noche.

Es mayo y sin embargo no muere la esperanza.

 

 

 

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