EN el año 2006, los homicidios de periodistas y trabajadores de medios de comunicación alcanzaron niveles históricos: según la Federación Internacional de Periodistas se produjeron no menos de 155 asesinatos, homicidios de personalidades del sector y muertes no explicadas.
En las guerras, los periodistas son recuentemente«blancos fáciles». El trabajo de un periodista consiste en informar, lo que a menudo supone que, cuando la mayoría de las personas huyen del peligro, los periodistas se cruzan con ellas en el camino en dirección a los combates.
Es fácil olvidar que, sin embargo, los periodistas son civiles. Cuando a los periodistas se les dispara deliberadamente, se los toma como rehenes o se los encarcela por el simple hecho de hacer su trabajo, se está cometiendo un delito. Cuando los periodistas sufren estas violaciones de derechos durante un conflicto armado, constituyen graves infracciones de los Convenios de Ginebra: son crímenes de guerra.
Sin embargo, en todo el mundo, estén en guerra o en paz, muy pocos Estados se toman en serio sus obligaciones. En situaciones de conflicto abierto, como en Irak y Afganistán, en vez de ofrecer protección ante los graves peligros a los que se enfrentan los periodistas, las autoridades restringen su capacidad para informar libremente.
El artículo 19 de la Declaración Universal de Derechos Humanos consagra la libertad de expresión. Una prensa libre es un componente fundamental de la libertad de expresión, y es igualmente importante como elemento clave en la protección de
todos los derechos humanos. El conjunto de la sociedad sufre las consecuencias
cuando se mata a los periodistas con impunidad, y la censura y el miedo reprimen la libertad de expresión. Éstas son las condiciones en las que prosperan el abuso de poder y la injusticia.
SITUACIONES DE CONFLICTO
En Irak, según informes recibidos, al menos 64 periodistas y trabajadores de medios de comunicación fueron víctimas de homicidio en 2006, lo que elevó a no menos de 139 el total de muertos desde la invasión en marzo de 2003. A algunos los mataron tropas de Estados Unidos y fuerzas iraquíes mientras cubrían los combates entre estas tropas y los insurgentes, pero a la mayoría los mataron grupos armados opuestos al gobierno y a la presencia de tropas extranjeras, o milicianos pertenecientes a grupos religiosos chiíes.
En Afganistán, el deterioro de la seguridad ha convertido la intimidación, el
hostigamiento y la violencia en una realidad cotidiana para periodistas y defensores de derechos humanos afganos.
El gobierno y el recién creado Parlamento han llevado a cabo intentos de restringir toda labor informativa que pueda ofrecer una mala imagen sobre ellos.
CASOS DE MÉXICO Y CUBA
Pero los periodistas no sólo corren peligro en situaciones de conflicto abierto. En México, al menos 11 periodistas han sido asesinados desde el comienzo de 2006 y otros han sido secuestrados. Los periodistas que denuncian la corrupción y las actividades de las redes de delincuencia organizada corren especial peligro.
En Rusia, donde el asesinato de la periodista de derechos humanos Anna Politkovskaya puso de relieve la situación de la libertad de prensa en el país, informar sobre las violaciones de derechos y la disidencia es, en el mejor de los casos, difícil, y a menudo peligroso.
Periodistas que han informado sobre las recientes «marchas de disidentes» han sido detenidos, y varios periódicos han recibido advertencias por publicar información sobre movimientos de oposición y dar voz a opiniones discrepantes.
Los servicios de inteligencia de Nigeria han efectuado redadas en emisoras de radio y televisión interrumpiendo programas, confiscando cintas, intimidando, deteniendo o propinando palizas a periodistas demasiado críticos con el gobierno y el presidente.
En Cuba, trabajar para una agencia de prensa no autorizada oficialmente también puede causar problemas, como descubrió Pablo Pacheco en marzo de 2003.
Tras un período de aparente cambio hacia una situación más abierta y permisiva, ese mes las autoridades llevaron a cabo una campaña de represión sin precedentes contra el movimiento disidente de la isla. Pacheco, que trabaja para una agencia llamada Cooperativa Avileña de Periodistas Independientes, fue una de las 75 personas condenadas durante este periodo. Fue condenado a 20 años de prisión y sigue en la cárcel. Pablo Pacheco es uno de los 13 periodistas cubanos encarcelados a los que Amnistía Internacional ha reconocido como presos de conciencia.
Los trabajadores de los medios de comunicación de Zimbabue viven con el miedo constante de ser detenidos, torturados o asesinados por informar sobre la crisis de derechos humanos que sigue afectando a este país.
FALSAS ACUSACIONES
Es frecuente que a los periodistas se los acuse injustamente de delitos comunes con el fin de perseguirlos por su trabajo. Sakit Zakhidov, conocido periodista de la oposición de Azerbaiyán, fue encarcelado tras ser acusado de posesión de heroína, que al parecer le habían colocado para
inculparlo. No fue objeto de un juicio justo, y es posible que haya sido encarcelado únicamente por ejercer de forma pacífica su derecho a la libertad de expresión.
(Véase AU 179/06, EUR 53/006/2006, de
27 de junio de 2006.) Para los periodistas de algunos países, el mero contacto con el mundo exterior puede tener graves consecuencias.
El periodista iraní Ali Farahbakhsh fue detenido y condenado tras regresar de una conferencia patrocinada por una ONG en Bangkok sobre gobiernos y medios de comunicación. (Véase AU 40/07, MDE 13/018/2007, del 16 de febrero de 2007, y sus actualizaciones.)
Posiblemente el caso más conocido del mundo sea el del periodista chino Shi Tao, detenido en 2004 por enviar un mensaje de correo electrónico a un sitio web extranjero y acusado de «divulgar ilegalmente secretos de Estado en el extranjero». El mensaje describía las instrucciones que él y otros periodistas habían recibido del Departamento de Propaganda del Partido Comunista Chino sobre cómo debían informar de los actos de conmemoración del aniversario de la matanza de la Plaza de Tiananmen. En 2005 fue condenado a 10 años de cárcel tras un juicio injusto. Amnistía Internacional lo considera preso de conciencia.
En los últimos meses, las autoridades chinas han intentado endurecer más los
controles sobre Internet. Aesto le ha seguido una mayor censura sobre determinados
sitios web, blogs y artículos en línea. En marzo se cerró www.ccztv.com, un
sitio web que retransmitía noticias por Internet.
S e c u e s t r a d o
EL periodista de la BBC Alan Johnston, secuestrado por hombres armados palestinos el 12 de marzo de 2007, se ha convertido en símbolo de los peligros a los que se enfrentan los periodistas en las zonas de conflicto. El 5 de julio Johnston fue liberado tras 16 semanas de secuestro.
Surendra Phuyal, reportero de la BBC en Nepal muestra la foto de Alan Johnston
durante una manifestación. © AIEn las guerras, los periodistas son recuentemente«blancos fáciles». El trabajo de un periodista consiste en informar, lo que a menudo supone que, cuando la mayoría de las personas huyen del peligro, los periodistas se cruzan con ellas en el camino en dirección a los combates.
Es fácil olvidar que, sin embargo, los periodistas son civiles. Cuando a los periodistas se les dispara deliberadamente, se los toma como rehenes o se los encarcela por el simple hecho de hacer su trabajo, se está cometiendo un delito. Cuando los periodistas sufren estas violaciones de derechos durante un conflicto armado, constituyen graves infracciones de los Convenios de Ginebra: son crímenes de guerra.
Sin embargo, en todo el mundo, estén en guerra o en paz, muy pocos Estados se toman en serio sus obligaciones. En situaciones de conflicto abierto, como en Irak y Afganistán, en vez de ofrecer protección ante los graves peligros a los que se enfrentan los periodistas, las autoridades restringen su capacidad para informar libremente.
El artículo 19 de la Declaración Universal de Derechos Humanos consagra la libertad de expresión. Una prensa libre es un componente fundamental de la libertad de expresión, y es igualmente importante como elemento clave en la protección de
todos los derechos humanos. El conjunto de la sociedad sufre las consecuencias
cuando se mata a los periodistas con impunidad, y la censura y el miedo reprimen la libertad de expresión. Éstas son las condiciones en las que prosperan el abuso de poder y la injusticia.
SITUACIONES DE CONFLICTO
En Irak, según informes recibidos, al menos 64 periodistas y trabajadores de medios de comunicación fueron víctimas de homicidio en 2006, lo que elevó a no menos de 139 el total de muertos desde la invasión en marzo de 2003. A algunos los mataron tropas de Estados Unidos y fuerzas iraquíes mientras cubrían los combates entre estas tropas y los insurgentes, pero a la mayoría los mataron grupos armados opuestos al gobierno y a la presencia de tropas extranjeras, o milicianos pertenecientes a grupos religiosos chiíes.
En Afganistán, el deterioro de la seguridad ha convertido la intimidación, el
hostigamiento y la violencia en una realidad cotidiana para periodistas y defensores de derechos humanos afganos.
El gobierno y el recién creado Parlamento han llevado a cabo intentos de restringir toda labor informativa que pueda ofrecer una mala imagen sobre ellos.
CASOS DE MÉXICO Y CUBA
Pero los periodistas no sólo corren peligro en situaciones de conflicto abierto. En México, al menos 11 periodistas han sido asesinados desde el comienzo de 2006 y otros han sido secuestrados. Los periodistas que denuncian la corrupción y las actividades de las redes de delincuencia organizada corren especial peligro.
En Rusia, donde el asesinato de la periodista de derechos humanos Anna Politkovskaya puso de relieve la situación de la libertad de prensa en el país, informar sobre las violaciones de derechos y la disidencia es, en el mejor de los casos, difícil, y a menudo peligroso.
Periodistas que han informado sobre las recientes «marchas de disidentes» han sido detenidos, y varios periódicos han recibido advertencias por publicar información sobre movimientos de oposición y dar voz a opiniones discrepantes.
Los servicios de inteligencia de Nigeria han efectuado redadas en emisoras de radio y televisión interrumpiendo programas, confiscando cintas, intimidando, deteniendo o propinando palizas a periodistas demasiado críticos con el gobierno y el presidente.
En Cuba, trabajar para una agencia de prensa no autorizada oficialmente también puede causar problemas, como descubrió Pablo Pacheco en marzo de 2003.
Tras un período de aparente cambio hacia una situación más abierta y permisiva, ese mes las autoridades llevaron a cabo una campaña de represión sin precedentes contra el movimiento disidente de la isla. Pacheco, que trabaja para una agencia llamada Cooperativa Avileña de Periodistas Independientes, fue una de las 75 personas condenadas durante este periodo. Fue condenado a 20 años de prisión y sigue en la cárcel. Pablo Pacheco es uno de los 13 periodistas cubanos encarcelados a los que Amnistía Internacional ha reconocido como presos de conciencia.
Los trabajadores de los medios de comunicación de Zimbabue viven con el miedo constante de ser detenidos, torturados o asesinados por informar sobre la crisis de derechos humanos que sigue afectando a este país.
FALSAS ACUSACIONES
Es frecuente que a los periodistas se los acuse injustamente de delitos comunes con el fin de perseguirlos por su trabajo. Sakit Zakhidov, conocido periodista de la oposición de Azerbaiyán, fue encarcelado tras ser acusado de posesión de heroína, que al parecer le habían colocado para
inculparlo. No fue objeto de un juicio justo, y es posible que haya sido encarcelado únicamente por ejercer de forma pacífica su derecho a la libertad de expresión.
(Véase AU 179/06, EUR 53/006/2006, de
27 de junio de 2006.) Para los periodistas de algunos países, el mero contacto con el mundo exterior puede tener graves consecuencias.
El periodista iraní Ali Farahbakhsh fue detenido y condenado tras regresar de una conferencia patrocinada por una ONG en Bangkok sobre gobiernos y medios de comunicación. (Véase AU 40/07, MDE 13/018/2007, del 16 de febrero de 2007, y sus actualizaciones.)
Posiblemente el caso más conocido del mundo sea el del periodista chino Shi Tao, detenido en 2004 por enviar un mensaje de correo electrónico a un sitio web extranjero y acusado de «divulgar ilegalmente secretos de Estado en el extranjero». El mensaje describía las instrucciones que él y otros periodistas habían recibido del Departamento de Propaganda del Partido Comunista Chino sobre cómo debían informar de los actos de conmemoración del aniversario de la matanza de la Plaza de Tiananmen. En 2005 fue condenado a 10 años de cárcel tras un juicio injusto. Amnistía Internacional lo considera preso de conciencia.
En los últimos meses, las autoridades chinas han intentado endurecer más los
controles sobre Internet. Aesto le ha seguido una mayor censura sobre determinados
sitios web, blogs y artículos en línea. En marzo se cerró www.ccztv.com, un
sitio web que retransmitía noticias por Internet.
S e c u e s t r a d o
EL periodista de la BBC Alan Johnston, secuestrado por hombres armados palestinos el 12 de marzo de 2007, se ha convertido en símbolo de los peligros a los que se enfrentan los periodistas en las zonas de conflicto. El 5 de julio Johnston fue liberado tras 16 semanas de secuestro.
Surendra Phuyal, reportero de la BBC en Nepal muestra la foto de Alan Johnston
FUENTE: AMNISTÍA. N.° 86. AGOSTO 2007
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